jueves, 7 de julio de 2016

Buenos Aires (día 2)

El primer día de visitas estaba a punto de comenzar y no me costó apenas despertarme, ¡tenía ganas de descubrir la ciudad!.
Después de una reconfortante ducha y de un rico desayuno apareció la furgoneta en la que iba a viajar en grupo de un lado a otro de la urbe durante el city tour. ¿Primera parada?, El Caminito, en el barrio de La Boca; uno de los lugares más deprimidos de la ciudad y un colorido ejemplo de regeneración urbanística. Ocupa un apartadero de tren abandonado y fue transformado en uno de los sitios de interés más famosos de la ciudad por los sorprendentes tonos amarillos, azul y rojo que componen sus desvencijadas y oxidadas chabolas de hierro. ¡Muy interesante!.
Si por algo es famoso el barrio de La Boca aparte de por su arquitectura es por su equipo de fútbol, el Boca Juniors y el Estadio Alberto J. Armando "La Bombonera". Por todos lados había banderas o murales pintados en relación con el equipo de fútbol y sería un error dejar de visitar el estadio en el que un día, un joven Diego Armando Maradona cautivó al mundo.
Después de visitar el museo en el cuál se muestran todos y cada uno de los trofeos conquistados por el equipo, algunos de ellos de los más afamados del planeta fútbol como la Copa Libertadores o la extinta Copa Intercontinental nos dirigimos a los diques de Puerto Madero.
Se trata de un canal artificial a orillas del Río de la Plata y situado a lo largo del centro urbano. En él se encuentran los restaurados almacenes de ladrillo que hoy dan cabida a hoteles de primera categoría y selectos restaurantes.
Antes de dar media vuelta hacia el hotel nos dirigimos al barrio de Palermo que yo ya conocía de la visita del día anterior con mis amigos. Es un barrio principalmente residencial, de caché muy alto y en el que viven algunas de las personalidades más importantes del país como, entre otros, el presidente de la nación Mauricio Macri. Me recordó mucho a Bel-Air en Los Ángeles, todo preciosas casas bajas y calles laberínticas, ¡muy bonito!.
De nuevo en San Telmo y ya solo decidí almorzar antes de seguir disfrutando de la ciudad por mi cuenta. A no mucha distancia del hotel se encuentra la Plaza de Mayo, así que esa fue mi siguiente parada.
Es una de las plazas más céntricas y en ella se realizan la inmensa mayoría de las grandes manifestaciones populares del país. Contiene además algunos de los edificios más importantes de la urbe, como la Catedral Metropolitana, el primer templo católico construido en la ciudad y el Cabildo, edificio que actuaba a modo de ayuntamiento en los años siguientes a la fundación de Buenos Aires.
Frente a ella resalta el edificio de la Casa de Gobierno, más conocida como la Casa Rosada por su tonalidad. En ella se encuentra el despacho del presidente y es conocida, sobretodo, por ser el lugar donde Eva Perón habló por última vez frente a una abarrotada plaza. ¡Interesante!.
Caminando y caminando accedí a la grandiosa, monumental y muy difícil de cruzar Avenida 9 de Julio, la que dicen que es la avenida más ancha del mundo posee también el símbolo por excelencia de la ciudad, el Obelisco, un monolito de color marfil de 67 metros de altura y que conmemora el cuarto centenario de la fundación de la ciudad. ¡Un clásico!.
Iba internándome poco a poco en la basta ciudad por la Avenida de Mayo y ya divisé a lo lejos la gran cúpula del Congreso de la Nación, en el cual trabaja Gustavo. Entre gritos y cantos de una manifestación emergía un basto edificio de 80 metros de altura que en su día fue el más alto del país. Me pareció una mezcla entre el Reichstaj de Berlín y el Capitolio de La Habana. ¡Enorme!, demuestra la potencia económica que era Argentina en el momento de su construcción. 
Las visitas en la ciudad habían terminado y al día siguiente me esperaba otro duro día de aeropuertos, así que retorné al hotel, hablé un rato con familia, novia (sobretodo) y amigos antes de ir a cenar y dormir definitivamente. Buenos Aires me había gustado, mostraba destellos del antiguo esplendor de uno de los países más ricos del mundo y a la vez el desgaste de los difíciles años posteriores. ¡Una ciudad de grandes contrastes!.

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