"Indúes, musulmanes, jainistas, sijs, cristianos y budistas entre
otros muchos fieles de distintas creencias conviven en una sociedad
multicultural ofreciendo un espectáculo que, al menos, resulta sorprendente a
los ojos occidentales".
Vuelo TK0716 de Turkish
Airlines, 19:55. Una nueva aventura comenzaba. El trayecto Madrid-Nueva Delhi
vía Estambul se me hizo más corto de lo normal pese a las diez horas totales
del viaje. Como en mi viaje a China, meses antes, un obsequio de la aerolínea,
el pastelito. ¡Ya me las sé todas!. Tengo que decir que me alegré al ver que el
avión disponía también de pantallas individuales para ver películas,
series o jugar a esos juegos en los cuales yo ya había practicado durante
horas. No había quien me ganase, Tetris, Snake...¡un
auténtico crack!.
Al lado mío se sentó una
pareja de españoles, el destino quiso que ya no nos volveríamos a separar
durante una semana. En el mismo avión empezamos a charlar sobre nosotros o
nuestras expectativas del viaje. ¡Nos llevábamos bien!.
A la llegada al
Aeropuerto Internacional Indira Gandhi y sellado el visado, un hombre bajito,
con bigote y con un cartelito de la mayorista contratada nos esperaba. En
cuanto me vio la camiseta de la selección española no paró de echarme fotos,
decía que se lo enseñaría a sus amigos. ¡Qué gracioso!.
Nos subimos a una
furgoneta la cual esperaba fuera de la terminal y nos dirigimos al hotel a
hacer el check-in. Nuestras peores sospechas se confirmaron. Eran las ocho de
la mañana, recién salido el sol. ¡El primer día de visitas comenzaba en ese
mismo momento!. Cansados, ojerosos, sucios, pegajosos, un día sin dormir...¡da
igual!, ¡Nueva Delhi nos esperaba!. A la habitación no nos dejaron subir para,
aunque sea asearnos, así que, sin más tiempo que para desayunar y untarnos en
spray anti mosquitos nos pusimos manos a la obra.
Primera parada, la
mezquita Jama Masjid. De camino, sorprendidos, con cámara o móvil
en mano no parábamos de filmar el trayecto. Vacas, monos,
motocicletas, coches, autobuses destartalados con un centenar de personas
dentro...y pobreza. Mucha pobreza.
La mezquita más grande de la India y principal centro de culto para los
musulmanes en la ciudad fue construida entre 1644 y 1658. En su interior
contiene algunas reliquias del profeta Mahoma: un pelo, una
sandalia y la huella de su pisada. El patio principal realizado en arenisca
roja tiene capacidad para 25.000 personas. ¡Grandiosa!. Como anécdota contar
que al ir en pantalones cortos me tuvieron que poner un pañuelo alrededor de
las piernas para cubrirmelas. Respeto ante todo.
A continuación nos
dirigimos a visitar el mausoleo de Mahatma Gandhi, el Raj
Ghat donde nos tuvimos que quitar las zapatillas y
quedarnos en calcetines. Un inmenso parque muy bien cuidado en el que se
encuentra una simple losa de mármol negro que marca el lugar donde Gandhi fue
incinerado el 31 de enero de 1948.
De ahí nos
dirigimos a visitar el Rajpath, el camino real. La avenida más
importante del país y boulevard ceremonial. En ella se encuentran el Rashtrapati
Bhavan, la residencia oficial del presidente de la India y varios edificios
administrativos. He de decir que es la única zona de la India que me dio
sensación de desarrollo económico...y no del todo.
La Puerta
de la India preside con grandeza la avenida. Construida para
conmemorar la muerte de los soldados indios durante la Primera
Guerra Mundial y las Guerras Afganas. Tiene una altura
total de 42 metros y suele ser uno de los destinos favoritos de los lugareños
durante los días festivos. También en ese punto empecé a notar la grave
contaminación de la ciudad. ¡La ciudad más contaminada del mundo!, realmente
por momentos costaba respirar.
Sin tiempo que
perder pusimos rumbo al Gurdwara Bangla Sahib, el principal templo
Sij de la ciudad. Ésta vez, descalzos completamente y bajo una intensa lluvia y
rayos comenzamos a caminar sobre el patio de mármol. Me sentí raro,
completamente en paz y libertad. Es posiblemente la experiencia
más espiritual que he tenido. ¡Precioso!.
Tuvimos la
suerte además de conocer desde dentro las cocinas donde voluntarios preparan
las comidas a diario para los creyentes allí reunidos. ¡Muy curioso!.
Cerca de ahí se
encontraba el Laxminarayan Temple, el templo hindú más importante
de la ciudad. Tuvimos la oportunidad de sentarnos en el suelo en cuclillas
frente a Visnú el dios al que está dedicado el edificio.
También, y lo mejor, nos colocaron en la frente el chakra, que hace
referencia a un hipotético tercer ojo que proporcionaría una percepción más
allá de lo que se podría percibir con la vista ordinaria. ¡Muy muy
interesante!.
¡Y
al fin íbamos a comer! No tenía grandes expectativas de la
comida india. Es más, pensaba pasar hambre pero me sorprendió. Comimos en Suribachi
Café Rendezvous. Una sopa bien caliente, pollo en salsa picante y arroz. En
ese momento no sabía que sería prácticamente lo único que iba a comer durante
todo el viaje. ¡Al menos estaba delicioso!, ¡si te gusta el picante estas
salvado!. Una anécdota. Antes de la comida fui al baño a lavarme las manos y la
cara. Había una señora de la limpieza y veo que se me queda mirando con cara de
pocos amigos. Más tarde me di cuenta de que era porque me había borrado
el chakra, un gesto por mi parte de malísima educación. En ese momento
y tras día y medio sin dormir no me acordaba de que lo llevava puesto. ¡Ups!
¡lo siento!.
Ya por la tarde
nos dirigimos a visitar el Qutub Minar, el alminar de ladrillos más
alto del mundo y un destacado ejemplo del arte islámico.
Tiene una
altura total de 72 metros y está declarado Patrimonio de la Humanidad por la
UNESCO desde 1993. Era realmente alto. ¡Imponente!.
Nuestra última
visita en la ciudad fue el Mercadillo Janpath, en el centro de la
ciudad. Nos habían avisado de no dar dinero a la gente pues después se correría
la voz y no podríamos "quitárnoslos" de encima. De repente apareció
una niña. No llegaba al metro de altura, bastante mal nutrida y muy guapa. La
intenté explicar que esperase conmigo. Pretendía darla dinero justo antes de
subirme al coche de vuelta al hotel. En cuanto apareció saqué de la cartera un
billete de 10€ y se los entregué. Con esto no quiero hacerme el santo, en
Europa ese dinero no nos quita de nada pero allí realmente es un buen
pellizquito. Me sentí bien y puse mi granito de arena.
¡Ya en la
habitación del hotel! No me lo podía creer, estaba reventado. Necesitaba una
ducha calentita, ¡pero las sorpresas no habían acabado!.
Después de
horas y horas sin dormir, un viaje largo en avión y la visita de una ciudad
como Nueva Delhi mi ducha no iba a resultar del todo agradable. El agua salía
como salía y para colmo no calentaba. ¡En fin! Es la India, me lo tomé con
filosofía. Bastante pobreza había visto durante aquel día como para quejarme de
algo así. ¡Somos unos privilegiados!. Una cena rica y a dormir. DORMIR. Creo
que éste día fue uno de los más cansados de toda mi vida, aún así, una primera
toma de contacto preciosa. ¡Esto no había hecho más que comenzar!.