martes, 26 de mayo de 2015

Nueva Delhi (día 1)


"Indúes, musulmanes, jainistas, sijs, cristianos y budistas entre otros muchos fieles de distintas creencias conviven en una sociedad multicultural ofreciendo un espectáculo que, al menos, resulta sorprendente a los ojos occidentales".

Vuelo TK0716 de Turkish Airlines, 19:55. Una nueva aventura comenzaba. El trayecto Madrid-Nueva Delhi vía Estambul se me hizo más corto de lo normal pese a las diez horas totales del viaje. Como en mi viaje a China, meses antes, un obsequio de la aerolínea, el pastelito. ¡Ya me las sé todas!. Tengo que decir que me alegré al ver que el avión disponía también de pantallas individuales para ver películas, series o jugar a esos juegos en los cuales yo ya había practicado durante horas. No había quien me ganase, TetrisSnake...¡un auténtico crack!.
Al lado mío se sentó una pareja de españoles, el destino quiso que ya no nos volveríamos a separar durante una semana. En el mismo avión empezamos a charlar sobre nosotros o nuestras expectativas del viaje. ¡Nos llevábamos bien!.
A la llegada al Aeropuerto Internacional Indira Gandhi y sellado el visado, un hombre bajito, con bigote y con un cartelito de la mayorista contratada nos esperaba. En cuanto me vio la camiseta de la selección española no paró de echarme fotos, decía que se lo enseñaría a sus amigos. ¡Qué gracioso!.
Nos subimos a una furgoneta la cual esperaba fuera de la terminal y nos dirigimos al hotel a hacer el check-in. Nuestras peores sospechas se confirmaron. Eran las ocho de la mañana, recién salido el sol. ¡El primer día de visitas comenzaba en ese mismo momento!. Cansados, ojerosos, sucios, pegajosos, un día sin dormir...¡da igual!, ¡Nueva Delhi nos esperaba!. A la habitación no nos dejaron subir para, aunque sea asearnos, así que, sin más tiempo que para desayunar y untarnos en spray anti mosquitos nos pusimos manos a la obra.
Primera parada, la mezquita Jama Masjid. De camino, sorprendidos, con cámara o móvil en mano no parábamos de filmar el trayecto. Vacas, monos, motocicletas, coches, autobuses destartalados con un centenar de personas dentro...y pobreza. Mucha pobreza.
La mezquita más grande de la India y principal centro de culto para los musulmanes en la ciudad fue construida entre 1644 y 1658. En su interior contiene algunas reliquias del profeta Mahoma: un pelo, una sandalia y la huella de su pisada. El patio principal realizado en arenisca roja tiene capacidad para 25.000 personas. ¡Grandiosa!. Como anécdota contar que al ir en pantalones cortos me tuvieron que poner un pañuelo alrededor de las piernas para cubrirmelas. Respeto ante todo.
A continuación nos dirigimos a visitar el mausoleo de Mahatma Gandhi, el Raj Ghat donde nos tuvimos que quitar las zapatillas y quedarnos en calcetines. Un inmenso parque muy bien cuidado en el que se encuentra una simple losa de mármol negro que marca el lugar donde Gandhi fue incinerado el 31 de enero de 1948.

De ahí nos dirigimos a visitar el Rajpath, el camino real. La avenida más importante del país y boulevard ceremonial. En ella se encuentran el Rashtrapati Bhavan, la residencia oficial del presidente de la India y varios edificios administrativos. He de decir que es la única zona de la India que me dio sensación de desarrollo económico...y no del todo.
La Puerta de la India preside con grandeza la avenida. Construida para conmemorar la muerte de los soldados indios durante la Primera Guerra Mundial y las Guerras Afganas. Tiene una altura total de 42 metros y suele ser uno de los destinos favoritos de los lugareños durante los días festivos. También en ese punto empecé a notar la grave contaminación de la ciudad. ¡La ciudad más contaminada del mundo!, realmente por momentos costaba respirar.
Sin tiempo que perder pusimos rumbo al Gurdwara Bangla Sahib, el principal templo Sij de la ciudad. Ésta vez, descalzos completamente y bajo una intensa lluvia y rayos comenzamos a caminar sobre el patio de mármol. Me sentí raro, completamente en paz y libertad. Es posiblemente la experiencia más espiritual que he tenido. ¡Precioso!.
Tuvimos la suerte además de conocer desde dentro las cocinas donde voluntarios preparan las comidas a diario para los creyentes allí reunidos. ¡Muy curioso!.
Cerca de ahí se encontraba el Laxminarayan Temple, el templo hindú más importante de la ciudad. Tuvimos la oportunidad de sentarnos en el suelo en cuclillas frente a Visnú el dios al que está dedicado el edificio. También, y lo mejor, nos colocaron en la frente el chakra, que hace referencia a un hipotético tercer ojo que proporcionaría una percepción más allá de lo que se podría percibir con la vista ordinaria. ¡Muy muy interesante!.

¡Y al fin íbamos a comer! No tenía grandes expectativas de la comida india. Es más, pensaba pasar hambre pero me sorprendió. Comimos en Suribachi Café Rendezvous. Una sopa bien caliente, pollo en salsa picante y arroz. En ese momento no sabía que sería prácticamente lo único que iba a comer durante todo el viaje. ¡Al menos estaba delicioso!, ¡si te gusta el picante estas salvado!. Una anécdota. Antes de la comida fui al baño a lavarme las manos y la cara. Había una señora de la limpieza y veo que se me queda mirando con cara de pocos amigos. Más tarde me di cuenta de que era porque me había borrado el chakra, un gesto por mi parte de malísima educación. En ese momento y tras día y medio sin dormir no me acordaba de que lo llevava puesto. ¡Ups! ¡lo siento!.
Ya por la tarde nos dirigimos a visitar el Qutub Minar, el alminar de ladrillos más alto del mundo y un destacado ejemplo del arte islámico.

Tiene una altura total de 72 metros y está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1993. Era realmente alto. ¡Imponente!.
Nuestra última visita en la ciudad fue el Mercadillo Janpath, en el centro de la ciudad. Nos habían avisado de no dar dinero a la gente pues después se correría la voz y no podríamos "quitárnoslos" de encima. De repente apareció una niña. No llegaba al metro de altura, bastante mal nutrida y muy guapa. La intenté explicar que esperase conmigo. Pretendía darla dinero justo antes de subirme al coche de vuelta al hotel. En cuanto apareció saqué de la cartera un billete de 10€ y se los entregué. Con esto no quiero hacerme el santo, en Europa ese dinero no nos quita de nada pero allí realmente es un buen pellizquito. Me sentí bien y puse mi granito de arena.
¡Ya en la habitación del hotel! No me lo podía creer, estaba reventado. Necesitaba una ducha calentita, ¡pero las sorpresas no habían acabado!.
Después de horas y horas sin dormir, un viaje largo en avión y la visita de una ciudad como Nueva Delhi mi ducha no iba a resultar del todo agradable. El agua salía como salía y para colmo no calentaba. ¡En fin! Es la India, me lo tomé con filosofía. Bastante pobreza había visto durante aquel día como para quejarme de algo así. ¡Somos unos privilegiados!. Una cena rica y a dormir. DORMIR. Creo que éste día fue uno de los más cansados de toda mi vida, aún así, una primera toma de contacto preciosa. ¡Esto no había hecho más que comenzar!.

No hay comentarios:

Publicar un comentario