martes, 3 de noviembre de 2015

Villahermosa (día 4)

Y llegó el primer madrugón del viaje; a las cinco y media de la mañana ya estaba esperando a la furgoneta que me llevaría al aeropuerto para coger un vuelo destino Villahermosa, la capital del estado de Tabasco, en el sureste del país.
Me encontré junto con una pareja de valencianos que iban a comenzar el mismo circuito que yo, enseguida hicimos buenas migas y en ese momento no sabía que prácticamente no me iba a separar de ellos durante el resto del viaje.
Tras desayunar en una cafetería del aeropuerto embarcamos al avión y en poco más de dos horas estábamos aterrizando en el Aeropuerto Internacional Carlos Rovirosa Pérez (VSA). Al salir nos esperaba de nuevo otro coche el cual nos conduciría a Villahermosa para una breve visita al Parque-Museo La Venta.
No tardamos ni medio segundo en darnos cuenta del cambio de temperatura entre Ciudad de México y Villahermosa, el calor era asfixiante y la humedad cercana al 100%. Bañados en spray antimosquitos iniciamos la visita a este parque ubicado en el centro de la ciudad de Villahermosa.
Se trata del único museo al aire libre en América Latina, atesora además de un zoo una de las más grandes colecciones de piezas pertenecientes a la cultura olmeca. 
Fue una visita interesante, chafada quizás por la guerra mosquitos-humanos que estábamos a punto de perder. Imaginaros a treinta grados, con esa humedad y en un bosque tropical cerca del río. Simplemente imposible. Ya fuera del recinto aproveché a echar una mirada al Río Grijalva, uno de los más importantes del país.
Pusimos rumbo a Palenque, en la región de Chiapas. Dos horas de trayecto que fueron suficientes para darme cuenta de que no solo la temperatura había cambiado si no el poder adquisitivo de la gente. 
Mucha más pobreza en aquella parte del país, más de la que imaginaría en un principio.
Ya en el hotel, con la tarde libre y deseoso de un poco de relax me tentó la alberca de la que disponía el establecimiento. Un par de copas, Wi-Fi gratis y ventiladores. ¡No se estaba nada mal!.
En fin, debía descansar. Llevaba muchas horas despierto además de un vuelo de por medio. 
Después de cenar me metí en la cama imaginándome cómo sería la visita del día siguiente. En ese momento no tenía ni idea de cuánto me iba a gustar. Comenzaba el mundo maya.

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