martes, 3 de noviembre de 2015

Mérida (día 7)

En mi último día de excursiones tocaba visitar la Zona Arqueológica de Chichén Itzá, quizá la más famosa de todas junto a Teotihuacán. Después del desayuno subimos al autobús e inmediatamente nos pusimos en camino.
A medida que nos íbamos acercando a la zona de Cancún y Riviera Maya el nivel de vida de los lugareños iba subiendo y eso se notaba en detalles como el pavimento de las carreteras y las edificaciones. Nada que ver con la zona de Tabasco o Chiapas. Algo me decía que me iba a defraudar la excursión, después de todo es la zona más visitada por los turistas playeros que, por cercanía suelen visitar esta zona y por lo tanto, la más publicitada.
Las edificaciones que ahí perduran corresponden a la época del declive de la cultura maya, es decir, son las más cercanas a nuestros días. Aún así incluye autenticas joyas, como el Templo de Kukulkán, reconocida como una de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo Moderno, una iniciativa privada sin el apoyo de la UNESCO, pero con reconocimiento de millones de votantes alrededor del mundo. Debo decir que sí, es preciosa y la parte reconstruida está genial pero, después de haber tenido la oportunidad de ver Teotihuacán o Palenque te deja un poco indiferente.
Un sendero lleno y repleto de tiendas de souvenirs (otra cosa que no me gustó) nos conducía al Cenote Sagrado, de 60 metros de diámetro y en el cuál se realizaban ofrendas a Chaac, el dios de las lluvias.
Acabada la excursión nos dirigimos a almorzar en una bonita hacienda llamada Selva Maya, la cual contaba con un cenote. Al principio me mostré reacio a bañarme en él pero sabia que si no lo hacía podría arrepentirme. Me puse el bañador y el obligatorio chaleco salvavidas y me metí en el agua. ¡Una experiencia inolvidable!.
Las visitas y actividades habían terminado y cada persona o pareja tenían contratado un hotel diferente en Cancún o la Riviera Maya respectivamente. Era el momento de las despedidas, uno a uno las personas con las que había compartido tantas cosas durante la última semana iban bajando del autobús en dirección a su complejo hotelero final, lugar de relax, fiesta o ambas cosas. 
Ya en tierra prometida (como solía llamarlo la guía), con la famosa pulsera "Todo Incluido" y tras una necesaria ducha empecé lo que serían dos días de alcohol, relajación y descanso en general. ¡Lo necesitaba!. Dos días en los que entre otras anécdotas una de las noches acabé bebiendo calimotxo con un hombre de Massachussets y una pareja de Arizona. ¡Lo pasé genial!, las tres noches acabé en la discoteca bailando. No hace falta añadir más.
Me encantó México, un viaje único e irrepetible. Estaba contento por haber conocido un país precioso, con muchas diferencias entre el centro y el sur, con una cultura milenaria y una historia interesantísima. Además como siempre, lo mejor fue que me llevé unas cuantas amistades. ¿Y ahora?.

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