lunes, 9 de febrero de 2015

Beijing (día 2)

Al día siguiente, con las pilas cargadas y un suculento desayuno a base de café, zumo de naranja y bollos variados empezaba mi visita a la ciudad. Mis desayunos fueron grandes durante todo el viaje, -¡a saber lo que comería luego! pensaba.
Sara esperaba ya en el lobby del hotel junto a las dos familias y tres chicos más, dos chilenos y un español con el cual mantendría una gran relación durante todo el viaje.
La primera visita no fue ni más ni menos que la Plaza de Tiananmen, la plaza pública más grande del mundo. Su estructura actual es obra de Mao Zedong que la concibió como un monumento a la omnipotencia del Partido Comunista. A ambos lados de la plaza, el Museo Nacional de China y el Mausoleo del presidente Mao, el cual alberga el cuerpo momificado en una vitrina de cristal.
Como curiosidad contar que la plaza estaba decorada con cientos de banderas argentinas, pues, como nos contó Sara, Cristina Fernández de Kirchner se disponía a venir de visita oficial.
Después de cruzar la Puerta Duan accediamos a la Ciudad Prohibida, la residencia de 24 emperadores y corazón de China durante 500 años. Se trata del complejo palaciego más grande del mundo y tengo que decir que es muy pintoresco. Me encantó. También me impresionó ver a los turistas chinos haciéndose selfies sin siquiera quitarse las máscaras, increíble.
Cruzando la Puerta de la Suprema Armonía entras en un enorme patio que podía albergar hasta 100.000 personas. Famosa por la escena de la película "El Último Emperador".
Después de la visita tocaba almorzar. Nos llevaron a un restaurante típico chino, Yihe Spring se llamaba y he de decir que comí muy agusto. Una mesa giratoria en la que te servían todo tipo de comida. Un entrante, el famoso té chino y al lío. Me puse las botas. Ganas nos dieron también de hacerla girar en plan la "Ruleta de la suerte". ¡Lo pasamos bien!
Para la tarde teníamos concertada la visita al Palacio de Verano, así que allí nos dirigimos.
Esta era una antigua zona de recreo de la corte imperial. Templos, jardines, pabellones, lagos (congelados durante mi visita), puentes, torres y galerías. Muy bonito pero quizás no lo disfrute al máximo debido al intenso frio. El sol empezaba a esconderse ya a esas horas.
Más tarde nos llevaron a ver un espectáculo de acrobacia. En el céntrico Chaoyang Theatre grupos de niños y jóvenes deleitaron al público con trucos de equilibrio, fuerza y elasticidad. No paramos de aplaudir, tenían un gran talento. Me gustó.
De vuelta al hotel, puse la calefacción de la habitación a 30º, no es broma. Una duchita y a cenar. Fue un día duro, aún con secuelas del jet lag. Me llevé una primera impresión estupenda de la ciudad. Además, ¡lo mejor estaba por llegar!

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