miércoles, 9 de marzo de 2016

Malmö, Hjarüp y Lund (día 4)

En nuestro cuarto día en tierras escandinavas teníamos otros de los platos fuertes. Malmö, famosa por ser una de las ciudades más verdes y líder en el desarrollo sostenible y energías renovables sería nuestra siguiente parada.
Una vez desayunados fuimos a la estación de København H para coger el tren destino Suecia.
Un trayecto de poco más de media hora a través del Puente de Øresund, el puente combinado tren-carretera más largo de Europa que une la capital danesa con Malmö. Una vez en la ciudad sueca te das cuenta del increíble contraste de lo antiguo y lo moderno, edificios históricos conviven perfectamente en armonía con acristalados y altos edificios de oficinas, algo que no deja a nadie indiferente, ¡seguro!.
Nada más salir de la estación y dejando atrás el edificio de la Bolsa nos dirigimos al Malmöhus, una fortaleza situada a poca distancia del centro de la ciudad y que, muy a nuestro pesar nos dejó con las ganas de más. De camino sin embargo hubo algo que nos llamó la atención; un vertido de color verde en medio de la acera confirmó nuestras sospechas acerca de eso de "una de las ciudades más verdes del mundo"...en fin.
Siguiendo con la ruta y camino de Ribersborg, la playa de la ciudad nos dimos cuenta del increíble viento que hacía y que nos haría pasar uno de los días más fríos de nuestras vidas. La panorámica desde ella, eso sí, mereció la pena.
Con las manos y los pies congelados seguimos adelante para observar el puerto y la zona marítima de Västrahamnen desde la que se tiene una perspectiva única del Turning Torso, el segundo edificio residencial más alto de Europa que, con sus 190 metros de altura y 54 plantas está inspirada en una columna vertebral en movimiento. ¡Espectacular!. Raro me parece que siendo obra de Santiago Calatrava no esté derruida o defectuosa.
-Pero...¿dónde está mi pasaporte?, exclamó Giada. El corazón nos dió un vuelco; corrimos hacia la zona de la playa donde habíamos estado fotografiandonos con la esperanza de encontrarlo allí tirado; de lo contrario...teníamos un problema serio. Mirando al suelo, buscando y rebuscando dimos con él. Asombrosamente ahí estaba, tirado sobre el césped junto al resto de la documentación, como si alguien los hubiera colocado cuidadosamente. ¡Menuda suerte tuvimos!.
Ya más relajados y hablando sobre qué hubiese pasado en caso de perderlo nos dirigimos al pié del Turning Torso, en el cuál una ráfaga de viento casi tira a Giada a un lago artificial situado justo a la entrada del mismo. El día estaba anecdótico.
De vuelta al centro de la ciudad y desde un bonito puente sobre uno de los canales que cruzan la ciudad se observaba perfectamente ese gran contraste de arquitectura, como esa panorámica en la que la Malmö University College resalta entre acristaladas oficinas.
Internándonos poco a poco en el centro histórico y justo antes de comer en un restaurante de comida rápida dimos con Stortoget, la plaza más importante de la ciudad y la que un día fue la mayor plaza de mercado de Escandinavia. En ella se encuentra además el ayuntamiento.
Después de una necesaria parada para llenar los estómagos volvimos a la Malmö centralstation para comprar un par de tickets dirección Lund. 
Ya sentados en nuestros respectivos asientos del tren, sin haberlo planeado ni saber lo que nos deperaría decidimos bajamos en un pequeño pueblo a medio camino que, al menos desde las ventanillas parecía tener bastante buena pinta. ¡No pudimos hacer mejor!. 
Hjärup, un pequeñísimo y remoto pueblo nos cautivó nada más bajar de la estación.
Paseando por la que parecía ser la única calle dimos con un corpulento hombre que recién salía de su casita de cuento, en pijama y bata. Al poco tiempo se le bajó el pantalón dejando ver durante unos instantes su enorme culo nórdico. ¡El tío ni se inmutó!, es más, empezó a reírse al vernos. ¡Qué majete!.
Motivados por nuestro gran descubrimiento volvimos a la parada de tren para, esta vez si, llegar hasta Lund, una de las ciudades más antiguas de Suecia y con un ambiente universitario único en la zona, de hecho, ¡alberga la mayor universidad de toda Escandinavia!.
Sin embargo, aparte de la Universidad alrededor de la que gira casi toda la vida de la ciudad, el gran atractivo de Lund es la Lunds domkyrka, la catedral románica que poco tiene que ver con las moles de ladrillo que se acostumbran a ver por la zona.
Tras un paseo por las calles céntricas de la ciudad y un café bien calentito en un local lleno de lo que supusimos serian estudiantes volvimos a la estación para tomar el tren de regreso a Copenhague. Había sido un día agotador, aún así queríamos aprovechar nuestra última noche en la capital danesa así que después de cenar fuimos a un pub. 
Entre mojitos y cervezas acabamos bailando junto a lugareños, contentos de todo lo que habíamos visto hasta ahora y de haberlo pasado genial.
¡Un gran día!.

No hay comentarios:

Publicar un comentario